domingo, 30 de agosto de 2009


Hombres de la subjetividad desviada:

Adaptándome a la agenda cultural y a los formularios de trabajo, te aviso que han cortado las rutas que contectaban a la ciudad con los mares. No hay más salida hacia otras latitudes.

Al este todo camino fue bloqueado por un grupo de periodistas que reclama libertad de decir, libertad de palabras. El problemas es que no saben ni qué decir, ni cómo. Por ende no tienen nada. Pero han obstruido la fuga, nuestra huida.

Al oeste se continúa con la mitología del Facundo de Sarmiento. De tanto desierto, de tantos pueblos arrasados por los ocasos y la coyuntura, mi fuero nacional me pide someterme a esa literatura que nos dice:

"bárbaros de la patria haced de mi letra, no la historia, sino la causa de quedarte ahí siempre. No en el verdadero desierto, sino en su concepto"

No hay desierto. No habrá mares. Sólo literatura y periodistas.

sábado, 22 de agosto de 2009

Otro camino (atajo)

Le daremos al mundo aquello que nombramos,
todo pensamiento, todo concepto.
El agua o la guerra no serán tales si no se nombran
frente a los otros.
Todo debe ser compartido para ser creado.
No el sueño, sino la pesadilla, o la euforia.
Eso no
Si no, no sé como justificar semejantes decadencias
semejante otoño en los espacios.

Un camino

La leve idea de obligarse a la lucha.
Decir que ser fuerte no tiene nada de flores sobre ventanas, ni de luces cerca de tu cama, ayudándole a tu cuerpo a decir: seguí, trabajá, comprá, viví.
No, acá te ayudan las fotografías que hacen un camino por las avenidas. Te ayudan los que te van a traicionar tu suelo, tu baldosa, tu conocimiento. ¿La violencia o la fratenidad del universo han ayudado?
Pregunta bastante bíblica ¿paradiso o inferno? ¿utopía ideal o revolución?
¿flores en la ventana, luces sobre las aguas, o hombres que te ignoran, palabras que destruyen tu baldosa, tu suelo?
La leve idea de obligarse a la lucha
La consistente idea de tener estas dudas.

martes, 4 de agosto de 2009

5º Camino [¿Dónde están los mismos?]


Uno piensa que es parte de esas cajitas de recuerdos. Uno intenta abrir orgulloso la tapa de la cajita que dice: “cosas que me pasaron.”


-Y sacás cadenas interminables de objetos situados, de lugares situados, de personas situadas. Todo situado como en una lógica saludable.

Y te buscás entre los eslabones fundamentales.
Te rascas la cabeza, algo anda mal.

Entre las jirafas de zoológico de Buenos Aires y las calles bajas que se dirigen a la zona roja de Palermo, no estás vos caminando, dejando la niñez y retomando el camino freudiano. Ni entre los escombros de una casa en Entre Ríos y tu casa de juventud: no estás vos diciendo ¿a dónde voy a vivir hoy?
Entre punto y punto de la cadena no está “tu” segmento conquistado, tu firma, o tu número de documento.


Y es que vos pensabas que las cosas estaban hechas de calles, y que las calles eran tuyas. Y que podías unir toda ciudad, hecho, persona, objeto, con tu sola existencia.


Ahh, muchachito, te has olvidado que “las cosas que te pasaron” no son tuyas. Ni tampoco son cosas. Ni tampoco….

domingo, 2 de agosto de 2009

4º camino [el temor de la muerte]

Se me han caído las noches de verano. No por mí, sino por olvidarme del agua y el cuerpo desnudo, la mejor forma de flota existencial.
Flotar, como quien retiene el mundo con el esfuerzo de no caer.

Noches de verano, los toldos y las hamacas en su punto exacto, mi cuerpo flota sin tener que pedirle permiso a nadie para irse hacia las islas de los cuentos.
Islas donde la sed y el hambre son una aventura. Islas donde morir es colorín colorado.

Es que a veces el placer consiste en saber que nos vamos indefectiblemente hacia el punto de fuga de todo mapa.
Lo que se traga todo, lo que decide la reducción a silencio de todo cuerpo y toda agua

Y es por eso que me he olvidado de las noches de verano. Porque a veces los que no están flotan. Y porque hace frío esta noche.