sábado, 26 de septiembre de 2009

Caminito

A medida que se acercan "las esquinas de la última vez" comprendo que los nervios tienen el retardo del tiempo, la foto engañosa de las cosas. Porque la última vez, ya ha sido última, y ahora ya no es nada. Sólo fotografías anteriores a la última vez, el vaso juntado nácar y hongos, el hombre juntando números y calendarios. Sólo hay un antes de lo último y el después ya no existe sino es a través de lo que antes pensabamos.
Que lo último era un estrechar las manos y decir: no escribo más, ahora la vida.
Pero hemos terminado relatando últimas veces. Como la primera vez.

lunes, 14 de septiembre de 2009

8º Camino [camino que no fue]

¿Qué nos habrá perdido por los vidrios que nos vieron pasar?
Los abrazos, las charlas innecesarias, cortar las tardes con la voz
Se han perdido agendas de citas con la excusa de amistad
¿Quién dejó de contar historias que sean comunes para los dos?
Los imaginarios se agotan cuando las calles se hacen grandes
y las poblaciones se van dispersando sobre los ríos
alguien nos olvida de anotarnos en el mismo papel
(Nos dominan las actas y los cuentos de las urbes)
¿Por qué recuperar de la piel el tacto
y de dos nombre una historia?
Porque aún cruzamos los mismos charcos,
y aun coincidimos en el mismo andén
Aunque las horas sean las mismas,
debemos saber por qué nos levantamos
y escribo y creo que algo se acerca
una sombra, un nombre preciso.

miércoles, 9 de septiembre de 2009


«Más que verdaderos canales, de la forma para nosotros más familiar, debemos imaginar depresiones del suelo no muy profundas, extendiéndose en dirección rectilínea por miles de kilómetros, con un ancho de 100, 200 kilómetros o más. Ya he señalado una vez más que, de no existir lluvia en Marte, estos canales son probablemente el principal mecanismo mediante el cual el agua (y con él la vida orgánica) puede extenderse sobre la superficie seca del planeta.»

Giovanni Schiaparelli, La vita sul pianeta Marte, extracto del facículo N.° 11 - Año IV de la revista Naturaleza y Arte, mayo de 1895, cap. I

viernes, 4 de septiembre de 2009


Al medir mi cronología, logro darme cuenta que no hay un punto cero que atraviesa esta historia: soy meramente yo.
No hay espacio entre mis juegos y mis meditaciones, no hay abismo que no sea a través del sueño de la noche que separa las partes del calendario, las lunas y los soles que hacen al mismo cielo.
(Cielo debajo del cual se mueven las ciudades. Cielo bajo el cual se pintan los otros cielos...)
Y ahí, cuando sabés que no hay distancia propia que logre justificar semejante alejamiento de los pájaros o de los amores, vos le echás en cara a esa otra distancia que te separa del universo y la historia: Podemos resumirlo así:
"Entre la boca y el beso, hay aire, algo que no se dice."