martes, 24 de noviembre de 2009

{D.N.I.:los nombres se caminan}




Inundado de legajos en las venas,
tanta huella digital,
tanta pérdida de papeles,
tanta broma de colores,

eslabón de toda esta cadena
entre aire y fonía,
ayudar a alcanzar
ruido a las pieles

en medio de gotas de penas,
canillas sobre renglones,
ríos de verba en sexo,
(formas del documento)

identidad de cañería,
como sótano en la cara
o altillos en los pies
para cubrir la paradoja,

que de lo de arriba, abajo
que de aguas, el único cielo
que de la cara, la huella
que de los pies, los nombres

(no es que éstos se pisen,
sino que se caminan)

lunes, 16 de noviembre de 2009

[]

Los miedos y los días han tejido
en los cuadernos, la escolaridad
de aprender a leernos la mentira
con la misma forma en que afirmamos
que los números y los dedos
son nuestro diminuto tiempo.


Entre tanto que aprender a
darnos las manos acariciadas
para luego reconocer el placer
de pájaros que aterrizan
o de plantas que nos dicen
que siempre habrá viento


Decía, entre tanto mundo
y mucho miedo, se caerán
tantos jardines de papel
hechos por nosotros
que con crayones hicimos
nuestra primera patria.


Entonces, digo:
¡miérda que vivimos!
sabemos que esto que se toca
no es de pecho sino de cosa
tan fuerte como los nombres
que al repetirse mucho,
dan la sensación de sueño.

[El camino como cosa]




Si es que tengo estas cosas
debajo de los días como todos,
son cosas que hacen al secreto
de por qué piedras y agua
hacen las cosas tan hermosas
como veredas de un barrio caído
en miserias y poemas, tantas cosas.

Otras cosas dicen mis mentiras:
que me equivoco con las palabras,
que las uso para el despecho
o formar los cuentos menos creíbles
y así ser fantasma o vientito
de esos que pasan y no anuncian
lluvia, sino cosas del antes.

Más cosas guardan los bolsillos
y menos la boca, depósito de saliva
gastada en explicar que miento
y que la forma del secreto de cosas
son baúles en el pecho de más cosas
fardos y fardos, altillo en el centro
de este cuerpo, tan cosa,
como las demás.

sábado, 14 de noviembre de 2009

[Caminos en los bares]




Googleo: "baños de bares"...Imágenes...

Terruble lo que encuentro: limpieza, opulencia, concepción de lo privado hasta el hartazgo, solamente -y muy tímidamente- hallo una imágen que se la tilda de desviada, pero tiene poca primacía entre la avalancha de tanto baños de bares "como la gente". Olor a desodorante de ambiente, tranquilidad de la higiene, sentirte el cliente más afortunado por la mera idea de "estar en tu casa" disfrutando los viento que dejaron los veranos.

Me puse a pensar en la hipocresía misma de esconder baños de la plebe, del pueblo mismo, con la mezcla de migitorios e inscripciones pidiendo sexo, amor, pasión: desde el rock and roll hasta la constumbre de dejar teléfonos y direcciones de la ausencia, de concretar los encuentros. El misterio mismo limpiado de tanta limpieza que nos imponen los "baños de la gente"

Y usted señora-señor me dirán: este pibe está loco.¿Sabe qué? Puede ser, quizá usted tenga razón. Pero sólo deténgase en las voces que quedan en esas paredes en esos ambientes recónditos. Se pide auxilio, se pide amor, se mendiga la patria, se expresa uno a través de estás marcas, pinturas rupetres de una ciudad que tiene el misterio de trenes y voces apabulladas, ahí como sostenidad por esta esperanza de descargarlo en una casa, en los papeles, en la armonía de las conversaciones, o tal vez, en estas paredes, que además de tener la voz de los que caminan, también tienen el meo de los que descargan desde otras formas

Googleo... baños de bares porteños...Imágenes.

Volví a suponer mal, vuelvo a repetirme esta forma de vivir.