sábado, 30 de enero de 2010

De lo que se pudre sobre el agua




Con las fotos hacemos
desgastes del clima,
si fue el agua esa tarde
no es el agua de esta canilla
que veo como si muriera
en mareas de papel revelado

"Es como" dicen los metaforistas,
es como si se tragara todo en
el caos de cosas fijas
catalogadas en nuestra cara
armadas y mapeadas según
la plata para el revelado

Y si de magia por veinte pesos
hablamos, de la cascada de egos
que rondan por ahí, apropiándose
de las cosas fijas como un poder
que somete a las flores y las piedras

A veces no quiero pensar
en el desorden de los espacios
porque si yo saco fotos para ordenar
no estoy afuera del dédalo que implica
que me saquen una foto, porque
me han visto en el mismo caos
de fotogramas y egocentrismos de exposición.

(El terror de los cazadores cazados)



Fotografía: Ibicuy, Entre Ríos.

jueves, 21 de enero de 2010

Armas y naturaleza



Los bichitos arman el imperio en una centésima parte de nuestra casa.
El cielo impera al cien por ciento parte de nuestra bendita tierra (tierra y cielo no deben separarse, sino confundiríamos los abajos con los arribas, la cabeza hacia el cielo, los pies hacia la tierra, etc)

Pero los bichos arman sus ciudades organizadas en una parte ínfima de nuestra casa. Algunos pensarán “no es indispensable una organización “bichuna” dentro de una organización más instituida como es una casa de hombres y mujeres organizados, siendo ora familia, ora comunidad de hippies coloridos. Bastante nos tenemos a nosotros organizados”

Por esa opinión propondría destruir organizaciones infiltradas dentro de organizaciones más importantes y grandotas.

Y desorganizar las comunidades de bichos que andan caminando en conjuntos buscando la comida y el paseo. Desorganizaría eso que no se nota y confundirlo con lo máximo, hacerlo tan grande como una guerra. Eso sí que es organizar para destruir. Todo confundido.

martes, 19 de enero de 2010

Se prohibió caminar (La Resistencia)





Lo chicos han arrojado pasto al patio de atrás, jugando a la plaza de la cuadra de enfrente: a falta de permiso para cruzar la calle y disfrutar del tobogán, del pájaro habitué, de la fuente seca que intenta ser una persona quieta. Es tiempo del simulacro necesario para no olvidarse de lo que está afuera de las casas donde yacían las cunas donde nacimos. Pasto de los canteros de mamá cubriendo las baldosas, maderas de la improvisada carpintería de papá para la tabla del sube y baja, papel glasé hecho nidos de pájaros –que, según los chicos, bien podrían cruzar la calle y disfrutar de la “otra plaza”, casi un duplicado-. Salvo la falta de fuente seca y sucia; aquí los muchachitos hallan un problema ¿Cómo hacer una como ella en esta nueva plaza? No hay figuras de mármol en la casa, y los niños no quieren ser las mismas, porque no podrían posteriormente disfrutar del espacio reconstruido ¿Qué hacer? Alguien piensa ingeniosamente pero se ríe, como si la ridiculez de lo pensado lo ahogara en el una risa solitaria. Se aleja del grupo de muchachos pensativos, hacia la cocina donde sus padres estaban tomando un café, en un silencio respetuoso. El niño miró fijo hacia la escena de mesa pocillo personas, “que parecían quietas”, le pareció.

viernes, 8 de enero de 2010

Lo que no se mueve

En la cara de los hombres he visto ganas de irse. A otro cuarto, a otros pasillos, a trepar un muro. Pero todos se deben mover, sea entre las mismas tierras o en el piso de cuerpos que duermen. Me da gracia que nos vayamos con un ya vuelvo o con un esperáme, y paso a paso y lugar a lugar, nos alcanza no el punto de partida; sino la creencia de que no nos hemos movido, a pesar de que los hombres tengan otros dolores, a pesar del humor tirando otro hombre bala al espacio, a pesar de otras causas para la guerra, a pesar de haberme cambiado de remera.