viernes, 2 de febrero de 2018

¿Soltar o Olvidar?



A cuatro meses de mi llegada a Alemania, de mis múltiples experiencias y caminatas, y cómo late en mí el recuerdo o la espera de afectos o cosas que no llegaron de mi país. Ilusiones, sueños, deseos, esperar en vano que han sido parte de mis preocupaciones y de mis desvelos. Todo lo que deposité en expectativas y que simplemente no ocurrieron, o que uno hubiera esperado que sean de otro modo, todo eso ya no está aquí, y sin embargo aún contribuye a lo que podría ser.
Quizá ya sea hora de que cambie eso, quizá se requiera un llanto fuerte y un grito estridente, quizá se requiera de un buen descando un mate y una conexión con las circunstancias. Quizá no sea cuestión de soltar, pues soltar implica que algo se cae o algo se desprende, pero sigue ahí, ya más lejos nuestro, pero aún teniendo la actualidad o la "Presencia" que hace que todo nuestro deseo se deposite él. Soltar no mata el deseo, sino que lo convierte en nostalgia, y eso aún entristece.
La palabra sería olvidar, pues olvidar tiene la magia de algo que no acontece más en nuestro proyecto, ya no actúa en el presente, sino que desvanece en el día a día y a la vez no deja de ser algo hermoso porque cuando se lo recuerda impacta de manera hermosa en nosotros.
Olvidar tiene la hermosa contradicción de no estar más presente, pero a la vez ser rastro, marca, signo que denota la historia que hemos vivido y que a la vez traza las circunstancias del porvenir. Y ya nadie espere, ya nadie aguar, ya nadie necesita del otro. Todo se ha olvidado, solamente queda lo que distorsionadamente consideramos recuerdo y que hace bien, pues ya uno no reniega, ya uno no se desvela. Ya todo está olvidado y Perdonado