Sigo fumando, papá, es parte de mis venganzas
de muchachito…
Le sigo dando al tabaco
a los fríos de la calle.
Recuerdo como me viste ir, seguro odiando
nacimientos y desesperaciones de juventud.
Pudimos vaciar tazas de té sin hablar,
pudimos retomar historias y dilemas
con esa presencia de sangre profana.
Tenías algo de mis pelos, yo tenía algo
de tu miedo a las esquinas de noche.
O miedo a la oficina, a la persiana
que dan a los ciclos de estas cosas:
papeles, no barquitos, papeles, no peces
papeles, no pescas, no las primeras aguas
del primer río de infancias tardías.
Perdonáme si me alejé cuando las fotos
o cuando te dibujé un poco lejos.
Yo no quise…
¿quién quiso?
Estas manos se disculpan,
a pesar de todo
(el pesar de los cuerpos
y de la vocalizaciones impuestas);
te hacen la palmatida en la espalda.
Y ya estás, cumpliendo cometidos
siendo el sonido de los fluidos musicales
en tus mismos paladares.
Ah cómo degustabas
las libertades, o algo así…
Tus camperas están ahí, retribuyendo
tus conquistas a nuestros días
el olor a trabajo, el olor a cansancio
el olor a las madrugadas retornadas.
¿Pensabas? Yo dormía.
Tu descanso me hace tan bien,
me permite hacer mis manos
con lo áspero de tu palma sobre mis palmas,
la siento…
Es una labor tan ardua, este tacto
para comprenderte, ser de tu oficio
esto de se hombre y valiente.
A pesar de debernos un café, papá
a pesar de no proferir: basta, yo soy tan
poeta como del que hablás
en tu poemas madrugadores.
Es así… tengo esa pelada tan tuya
que desnudaba universos de símbolos
¿sabías?
una pelada, sin nada de nada
con un corazón dado entero
para los charcos de agua
o las músicas perdidas por ahí
papá, sos tan universal.
(¿No lo comprendiste?
¿Me tiene que tocar a mí comprenderlo?
¿Quién más?
¿Podré con tus camperas? ¿con tus bufandas?
¿Me faltarán amores o compañeros en las rutas acabadas
por el porvenir de los días?
¿Habrá ser entre los firmamentos que pueda
ser tan áspero como tus manos y tan cobarde
como para seguir y apostar?
¿Habré de hacerlo esto sin vos sin tus lluvias
sobre un patio de litoral, sin los vidrios
que más me desviarán de comprender?
¿Y de los tumultos? ¿Qué hay de los tumultos cerca del café?)
Tengo firme fe, papá, a pesar que a veces creo
acabarme frente a ventanas de marfil,
y preguntarme
qué pasa.
Y es suave eso, muy suave
como lo femenino de la vida.
Y yo no quiero eso papá, yo no, vos no.
La campera, y los domingos en el alba
no lo quieren papá.
no estés en estas cosas;
no.
¿Que serán si no estás en las fotos
que se guardan en el placard de memoria?
Papá, ¿quién está a cargo de semejante porfía?
Toda esta porfía.
A veces quiero ser yo, pero el universo no cabe
en las camas ni en las sillas.
Papá…dame el código, la cifra, las alegorías
para …serte…
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