Yo creo en el Destino. Creo en, como dice Borges en una de sus prosas, que el hombre es demasiado pequeño para comprender la máquina del Universo. Creo que hemos pasado siglos creyendo que manejar el cuchillo, la espada, la máquina, el álgebra y las palabras nos ha ilusionado en que éramos capaces de controlar nuestras fechas, nuestros caminos, nuestro Destino. Uno puede elegir la puerta que da hacia el Sur, pero a partir de ahí se sucederán rostros, llantos, risas, noches y días, años, cuerpos que se alejarán, lecturas olvidadas, encuentros casuales, dados lanzados al aires...y la innumerable sucesión de causas y efectos lo llevaràn a uno o a los confines del Sur o a girar la brújula y aceptar su Norte. Sin embargo, el dolor de haber perdido una elecciòn, es la magia por no haberse nunca rendido, el haber creído en una convicciòn: voy hacia mi Sur. Y aunque el viento lo lleve a uno hacia el Norte, el Sur será una consigna, una palabra, un mundo, una causa.
El Destino es de Fierro, pero las palabras y los símbolos son la fe hecha de aire y agua.
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