Quizá un poco torpe e imitado
hablo de ella porque siento
que compartimos universalmente
esta palabra, este estar
Repito lo que habrán dicho
poetas, filósofos, el mirar
de quien mira hacia la calle
Lo repito y le agrego
circunstancias e historia
que comprueban
toda descripción precisa
Entre nosotros y los centímetros
silenciosos, imposibles
la pregunta vaga ajena
al después, al mañana
Aguarda una lluvia
un retorno al charco y al reflejo
Decirle a ella que haga de mensajera
hacerla que lleve y traiga noticias
pero no manos
no abrazos
no un diálogo.
Que traiga algo lindo al menos
Que traiga algo lindo al menos
Será como dirán
que hubo un tiempo exaltado
de luces y bailes en un patio
en Almagro, en Abasto.
Nos reíamos de cosas que parecían
eternas, grabadas en el mármol.
Por eso pudimos dejarnos engañar
pudimos abandonar la fiesta
y sonreir en la boca del subte.
Aguardábamos todo
Pero no aguardábamos a ella.
Sin embargo, ella se metió en la noche,
en sábanas nuestras,
comió y bebió de lo nuestro
besó a nuestros amores
se coló las peñas
cortó las calles que transitamos
Habló por nosotros.
Vino para no irse.
O siempre estuvo.
Salvo que la evitábamos
y medíamos los centímetros
de nuestro cuerpo.
No la medíamos a ella.
No la medíamos a ella.
Ahora que sabemos cuánto medimos
nos toca medir el silencio
Y se abre el espacio infinito de muchedumbres
ardientes y gritonas en sus solas historias
con regla, esperanza y varios poemas
me atrevo de abordarla
A ella, que tan orgullosa
se sale de las palabras
para hacerse hecho, para hacerme.
A ella que se repite y a la vez
se deja describir nuevamente.
Como en estas palabras
que intentan torpemente
que lo imposible
retorne de donde vino.
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