viernes, 29 de mayo de 2020

Esperar lo mejor



De vez en cuando hilos de palabras dejan de lado la metáfora y la metonimia para hacer del dolor algo crucial. La pena aparece como aquello repetido pero a la vez en coherencia por los tiempos que nos tocan.
Bien ahí, donde se cruzan los abandonos, con las pérdidas y los deseos frustrados.
Ahí donde un país se abre a su historia falseada y a la vez incompleta en los rostros
Ahí, ese dolor que no cesa y que uno tiene que aguantar, porque en la esquina esperan ciertas manos, y una sonrisa que de inocente te hace llorar.

Te pregunta si querés un té, si querés hablar de filosofía como solías hacer.
Te cuenta que ayer la vida se renovó, que hubo algo que tornó las cosas en otra dirección.
Te vuelve a ofrecer un té, te habla de un modo tan cálido, tan sincero. No quiere lastimarte.

Hacer cosas buenas, creer en ellas, cuidar de ellas.

Esperar lo mejor de todos y de todo.

Quisiera eso. 

Llegar a esa esquina.

Que quieran un té para mí.

Y que todo eso me motive a ser tan real, sincero y cálido como ese ser.

Entonces, cuando la metáfora y la metonimia se agotan en insistencias verbales, y cuando el dolor me hace llorar hasta desgarrarme.

Es ahí que deseo ser real. Es ahí que deseo llegar a esa esquina.
Es ahí que espero lo mejor.