sábado, 24 de junio de 2023

Signos de los tiempos


 La existencia del signo es el anuncio de la ausencia. Así me lo enseña Roland Barthes en su libro, el cual el placer de leerlo y a la vez la angustia que me inunda me obligan a darle cuerpo a esto que siento.

Si la imaginación es una insistencia por una ausencia irremediable, inevitable y sobre todo palpable, me pregunto si el oficio de escribir más que desenterrar lo que fue es una reinvención del dolor, una transmutación. 

Los que se fueron, ¿cómo quieren ser revividos? ¿A través de un silencio de cuarto un sábado a la noche, intentando buscar en el presente la clave del olvido, o más bien imaginando mundo posibles en una literatura que construye lo que vendrá pero en cuyo proceso el dolor por lo ausente es insoportable y hasta sofocante.


Yo no quiero enamorarme de las palabras

quiero amar lo que se perdió en aquellos días

de la infancia frustrada pero ilusionada


Quiero a las palabras como límite

para saber que ahora no soy yo

sino los que me precedieron

los que me abrazaron 

y los que me dijeron

te quiero.


Si me enamoro de un arte menor

me reencontraré con ese que fui

en las noches de Berlín

un amor circular entre

errores y correcciones.


Quiero amar lo que significan

las palabras que asumo

porque es la manera de honrar

los que fueron para mi 

en mis años inocentes.


Porque siento que así 

con la palabra como puente

y la angustia transformada

en Amor llegaré

no al futuro que quiero

sino al futuro que tenga que ser

pero con las huellas de lo que amé.