lunes, 28 de noviembre de 2016

El fin


¿Quién ha pensado el mundo luego del fin de los planisferios artesanales?
La totalidades han sido dejadas a los mapas de afuera.
Cartógrafos olvidados, y más los trazadores
de humanidades, de preguntas abarcadoras
¿Quiénes somos, por qué estamos, qué diferencia ésta tarde de aquellas del Hemisferio Norte?

Acabada la pregunta, sólo nos quedan los restos de la búsqueda,
una brújula, una bandera en la costa, un contemplar el mar vacío.

¿Quién ha pensado todas las cosas y las ha llorado luego del naufragio de las palabras?
Todas las cosas ya no son suficientes con reflejarlas,
duplicar no implica re-crear,
la imagen es transitoria, motiva pero no transforma.

Ahora tanto calor, uno tiene miedo, se escucha una radio que se apaga,
uno espera,
claro, la espera,
la clave,
y la esperanza.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Agua


Te entiendo, amigo, te entiendo. Uno busca y rebusca entre la parva de libros de la biblioteca y no está. La letra está muerta, pero no así quien excava hasta encontrar el agua. Y vos quisieras que todo el altillo del tercer piso -donde se hallan las reliquias de Durero, el Quijote, la germanofilia, y cómics debajo de la pornografía post dictadura- se inunde de esos torrentes de agua encontrada por los excavadores. ¿Y si se mojan los libros? ¡Qué importa!, si la causa fue buena y el agua es dulce y logra ahogar años de espera y soledad, años de destierro y desesperanza, años de tire y afloje. Que todo se moje y alcance a los viejos excavadores, porque ellos volverán a las bibliografías perdidas, a encontrar lo que era suyo y se había separado en el desierto.
Amigo, te entiendo, los excavadores aún están ahí, vivos, aguantando con la pala.¿Y qué esperan? Vaya uno a saber qué, si el mate de la tarde, si una torta frita con azúcar, si un abrazo, si un ejemplo de riesgo, si las señales de la Enciclopedia. Uno quisiera que el juego fuera entre los que esperan revivir la letra, y la letra revivida, y luego el agua llenando toda tu librería hasta nadar, y más que nadar, hasta ahogarse en la letra escurrida y potente que hace nueva toda corriente,  todo pensamiento, toda lectura por la tarde.
Por todo esto, te entiendo, amigo.