domingo, 3 de marzo de 2024

La saeta del tiempo: poema a los 36 años

 

Si tuviera la dicha de recorrer 

las calles que me abrazan hoy

en décadas pasadas

tal vez comprendería

la causa de las bellezas simples

en la flora que se repite

y en esas casas del conurbano

que se iniciaron con la esperanza 

de un país que nacía

y de una familia migrante plena de futuro.


Saber que hoy nada hay, más que

tiempo y flora circular

o ese atardecer que nos recuerda

que algo termina y 

que algo nos es legado 

en las lágrimas que me nacen:

El legado de la esperanza.

El legado de la música silenciosa de los barrios.

El legado de un país con esperanza.


No quiero deterner el tiempo

no quiero que las cosas dejen de moverse

no quiero que detener el paso de la historia

no quiero ignorar la crisis que nos somete.

Sí quiero tomar prestado un pedazo

de barrio, de barro

para cantar emociones

para contemplar lo que es

para legar a lo que será

las simple bellezas de un río de tiempo

que pasa pasa pasa 

y se lleva todo todo todo

pero nos deja captar 

lo que queda, lo que hereda

y lo que nos lega.


Esto que es, esto de hoy

las casitas, los muros, los árboles

en la singularidad de toda belleza.