viernes, 4 de abril de 2014

Meses sin tocar poesías, meses alejado de las figuras retóricas, meses -en realidad años-de la distancia con los autores, de no citas. Siglos sin el recuerdo de la cabalidad de las palabras cuando ya nada queda.

"Gestión, Administración, Presupuestos, Aplicación, Transferencia de Tecnología, Ciencia y Sector Productivo..." 

¿Qué me ha pasado? ¿Cómo he llegado al lenguaje que transforma productos y procesos en decisiones gerenciales, en operaciones estatales? ¿Cómo la pérdida del lenguaje pobre, del lenguaje que humildemente mendiga, del lenguaje que se reconoce en la ausencia, cuando ya nada queda?

A mí sí me quedan cosas: papeles en el escritorio, una agenda de trabajo, una reunión el lunes, un viaje de trabajo en un par de trabajo, una especialización...

¿A dónde está la decisión que me dio la bisagra, el pasaje de una vida como potencial poeta de cuarta a una vida de asalariado medio que aún debe reclamar categoría?

¿Con qué me he quedado, si siento que he matado a la poesía a través de la gestión?

¿Hay magia, como la que encontró Kafka en su vida anónima, simple, en estos caminos totalmente cerrados a las expresiones de la industria cultural? ¿Hay, entre tanta agenda, lugar para el vacío dicho?

¿Es que el arte es ya no decir más nada entre tanto trabajo, a tal punto que el fin de la esperanza de una poesía es el nacimiento de un poema sobre la imposibilidad de la poesía?

Por lo menos, ¿algún día podré escribir ese poema?

No hay comentarios:

Publicar un comentario