miércoles, 22 de noviembre de 2017

El fervor



En Berlín, en Múnich, en Frankfurt, en Núrember, en Bremen, en Ulm, en Erlangen gritan, y lloran, y el sexo se comercia, y nadie espera nada, y alguno extraña, y otro se despide, y todos olvidan.
Da vergüenza llorar, pero no da vergüenza andar por la calle como quien vigila el silencio ajeno.
Da vergüenza llorar, pero no da vergüenza detenerse en los monumentos mimetizandose con la quietud de los que se han movido en vida para luego mandar a mover rocas, metales, y alfareros.
Todo por un mango, todo por un mango.
En estas ciudades gritan y lloran.
Pero nadie lo dice.
En Argentina gritamos y lloramos y lo decimos al punto de brindar con copas el desborde del dolor.
Un dolor con forma de submarino
Un dolor con forma de Cromañón
Un dolor con forma de tragedia de Once
Un dolor con forma vertical de Norte a Sur.

Gritan y lloran,
y da vergüenza.
El colmo del desarrollo.






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