viernes, 17 de mayo de 2019

No queda otra


Era preferible salirse del Conurbano, hacia el Sur, directo donde la voz no tiene el eco de cemento y revoques viejos. Era necesario que esto se escurra hasta darse cuenta que se perdió el abrigo preferido, y que nada más nos pertenece.
En el frío y una lluvia que no cesa ni en las noches, lejos de la experiencia y del golpe, uno se detiene, lee en el signo de las cosas el justo significado, el necesario y preciso sabor de lo que faltaba saber para aprovechar el perfume del pino mojado, el discurrir del agua hacia el lago.
Cosas que son necesarias frente a todo lo que mareaba, confundía, prometía. Ahora que nada promete, quedan estas cosas: aguantar, esperar, sonreír, apretarnos bien las manos.
Que todo abrazo sea cálido, que cada llamada sea una fiesta, que cada encuentro sea un amor real, que cada divergencia sea una decisión tomada.
No queda otra. Ya hemos pasado el tiempo de duda, nos queda la espera junta, clave, sana.

Sigue lloviendo, día entero, pero creo que allá  a lo lejos asoma la luna.

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