lunes, 22 de agosto de 2011

Los alejamientos (de una vela que se apaga)



En el cuarto,
El olor de la vela apagada.
La cera líquida estancada.
La remisión a los rituales sin querer.

Pensar que el fuego tenía tanta necesidad en las casas de noche, cuando ahora cada vez más lo tenemos como elemento fundamental para pensar en procesiones, en convocatorias a un fogón, en devociones.

Ahora
el cuarto va retomando
las quietudes necesarias
a la salud de la época,

y que la luz sea para
leer apuntes universitarios;
y que las cadencias
sea almanaques regulando
labores y deberes.

El olor de las velas apenas apagadas, del fuego extinguido, bien puede interpretarse como la hamaca que se balancea, y a lo lejos, el niño que se aleja. La nostalgia de lo que fue, o pudo haber sido. La nostalgia de no saber que pasó.

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