jueves, 14 de marzo de 2019

Si no odiás, ganás


Hace unos días se me ocurrió una frase: el que ama, pierde.
Pierde en el sentido que se expone a lo que puede doler y acometer en términos de incertidumbre.
El que ama, sincera un elemento sensible y fundamental de todo ser humano: entregarse a un otro, perderse en las mareas de la espera y de la esperanza. Pero el que no ama pero seduce, gana al otro, lo posee, pero no para dejarlo en su mismidad, sino para utilizarlo como trofeo o recurso.

Otro día alguien dijo: el que se enoja, pierde.
Enojarse no es amar, pero es sincerarse. Es desplegar la ira y un pensamiento de impotencia, de displacer. En un mundo dado a las apariencias y la sonrisa maquillada, enojarse suena a abuso y exageración.

Pero hoy leo; si no odiás, ganás.
Y me parece un buena síntesis entre las dos premisas. Si amar y odiar es perder, no odiar es ganar. Pero no odiar no implica no amar, sino dejar ir, "soltar", olvidar. Olvidar es lo mejor que podemos hacer para no caer en los terrores de los extremos. Cuando no odiamos a quien pudo hacernos mal o lastimarnos, estamos olvidando la lastimadura y eso es abandonar toda emoción fuerte que nos confina al banco de perdedores.

Mirar con el tiempo a quien pudo habernos hecho mal y no odiarlo es un triunfo para todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario